Fuera del tiempo
(Suenan las campanas del reloj... muchas campanas, muchos relojes...)
Bienvenido a Fuera del Tiempo.
(escrito por Nano, y dramatizado por Lourdes Guerras).
Fuera del Tiempo tienes muchas cosas que ver, pero ninguna que hacer.
Puedes verte a los nueve años con la naricilla pegada a la ventanilla del autobús que te lleva por caminos que nuuunca habías visto.
O a los noventa en un contíiinuo vaivén de mecedora... run... ran... run ran... ... run ram...
Fuera del tiempo es cuando tienes más tiempo para todo.
Tic tac tic tac tic tac tic tac tic tac... ¡Tic tac!
Es el momento del ... Tac tic
Tac tic....
Tac tic...
Tic...
Tic...
Puedes pasarte el viaje sintiendo solamente el olooor de la canela o escuchar una canción que nuuunca se acaba.
¿Te gusta estar conmigo fuera del tiempo?
Es aquí, o ahí, donde te das cuenta de que el tiempo no es más que un sucedáneo de la vida.
Abre las manos.
¡Cógelo!
Y déjalo correeer...
Hace mucho tiempo, cuando todavía no se había descubierto que el tic iba después del tac, y el tac después del tic, nadie se preocupaba de llegar a la hora. Bastaba con decir "te espero en ese tac", o si no "ven a verme cuando cruces el tic".
En aquel entonces a La Tierra no se le había pasado por la cabeza la idea de dar vueltas. Los hombres entonces se dividían en dos: los que vivían en el lado tic y los que dormían en el lado tac. Es decir, el lado iluminado por el Sol y el lado iluminado por la Luna.
Los primeros conocedores del Tiempo fueron aquellos que vivían cerca de la frontera que había entre el tic y el tac. Les gustaba pasar de un lado a otro, dependiendo de lo que tuvieran que hacer.
Si querían tostarse al Sol pasaban a Tic.
Y, si se cansaban y querían dormirse, pasaban entonces a Tac.
Aquellos hombres tan viajeros y ocupados se les llamó Péndulos.
Para saber cuántas veces un Péndulo había estado en la región de Tic o en la de Tac un hacendoso hojalatero inventó el primer reloj de la Historia.
Cada viaje de ida y vuelta se contaba como Un Segundo por ser la segunda vez que se cruzaba la frontera entre el Tic y el Tac.
Cada vez que el hojalatero hacía sesenta segundos los metía en unas diminuuuutas cajitas que, por su tamaño, pasaron a llamarse Minutos o Diminutos.
Estos Minutos los almacenaba en cajas de sesenta unidades y les tenía tanto aprecio como al oro. Por eso los bautizaron con el nombre de Oros. Aunque era para diferenciarlas del metal se les cambió después por el nombre de Horas.
Tantas y tantas cajas de Tiempo acumularon los Péndulos en las fronteras del día y la noche, quiero decir del Tic y del Tac, que La Tierra empezó a inclinarse por el lado que más pesaba, el lado del Tic.
Y luego por el lado del Tac.
Y de la oscilación, comenzó el movimiento.
Y del movimiento, la rotación.
Y fue entonces cuando todo el mundo, sin saberlo, pasó a cruzar el Tic y el Tac sin moverse del sitio. Es decir, todo el mundo se convirtió en un viajero constante del Tiempo que, a partir de entonces, empezó a hacer Tic y después Tac.
Y otra vez Tic.
Y otra vez Tac.
Tic
Tac...
Tic
Tac...
Tic...
Si quieres pasar del Tac a donde quieras vente Fuera del Tiempo.
Es ahí donde te das cuenta que el Tictac de un reloj no es más que un sucedáneo de la vida
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